Las Máscaras en las Danzas de Moros y Cristianos.

Hablar de máscaras es introducirnos en un tema sumamente complejo e interesante. Desde la psicología, pasando por el arte y el arte popular (¿podemos separarlos?) hasta la antropología y el coleccionismo, es un tema que ha atrapado a especialistas y principiantes que se sienten atraídos por el encanto y misticismo de esos rostros, los otros rostros que permiten al portador convertirse en un ser diferente a sí mismo.

Nuestro país tiene una muy rica y diversa tradición mascarera. Desde el Suchiate hasta el Bravo encontramos ejemplos representativos de prácticamente cada zona y región, de ahí que sea un tema que da para muchos estudios e intervenciones académicas, sin dejar de lado a la gran variedad de artesanos, danzantes y portadores que les dan vida y las mantienen como un elemento vivo.

Sobre las máscaras se han escrito numerosos libros y artículos, se han presentado diversas exposiciones y hay colecciones muy importantes y conocidas, entre ellas la del Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga, la del Museo Rafael Coronel y la Colección Muyaes-Ogazón; podemos mencionar también la del Museo de Arte Popular y la del Museo Nacional de Antropología, que acaba de ser sometida a un proceso de conservación. Si bien no son las únicas, las primeras que mencionamos son las que han gozado de mayor difusión y se caracterizan por lo amplio de sus acervos y la documentación que las acompaña. Es justamente la adecuada documentación lo que permite que una colección sea valiosa más allá de los valores estéticos que le son inherentes a cada pieza; permite que se contextualice, se tengan datos fiables de lugares y épocas precisas que permitan comparar y ampliar la información.

Para el estudio del tema que nos ocupa en este espacio, las Danzas de Moros y Cristianos, se presentan tres problemas importantes al momento de introducirnos al tema de las máscaras: 1) Por un lado, la mayoría de las ocasiones lo general consume a lo particular. Es decir, los libros hablan de las máscaras de México, en decir, de todas. Es en este sentido que la información que requerimos para Moros y Cristianos, ocupa sólo una parte del contenido total del libro. Dependiendo del enfoque de la obra, la información que necesitamos es mayor o menor. Afortunadamente los ejemplos que se suelen incluir suelen ser muy representativos y en ocasiones, espectaculares. 2) La cultura de las máscaras está viva y cambia constantemente. Una máscara que se usa en una danza de Moros y Cristianos podría no ser exclusiva de esta danza, podría venir de otro tipo de danza o al contrario, utilizarse en Moros y Cristianos aunque no sea propiamente de ella. La dificultad aquí radica en que todo podría terminar en ser o usarse en Moros y Cristianos; esto no es necesariamente un problema porque, como dijimos, forma parte de una cultura viva. Sin embargo, sí es posible encontrar rasgos comunes e identitarios a las máscaras que se suelen utilizar en Moros y Cristianos y de esa forma, sin ser demasiado rígidos, crear una clasificación de máscaras de Moros y Cristianos. Finalmente, 3) No todas las danzas de Moros y Cristianos utilizan máscaras. De algunas danzas es inseparable, como el caso de los Alchileos de San Martín de las Pirámides, o los Chilolos de Santiago Juxtlahuaca, pero para el caso de los Santiagueros, tenemos Santiagueros con máscaras y Santiagueros sin máscaras. En este caso, es importante señalar esta distinción y ser consciente de ella al momento de clasificar las danzas.

De acuerdo con la dra. Ruth D. Lechuga, «La función primordial de la máscara en México es la de transformar a su portador en un ser completamente diferente, mitológico o histórico, que se encarna en el curso de una actuación» 1. Menciona también la Dra. Lechuga, el importante impacto psicológico que tiene el uso de estos artefactos tanto para los espectadores como para el portador, ya que por un lado sirve como elemento de cohesión social y educativo al ser un objeto representativo y, al mismo tiempo, representante de la tradición viva, además de tener un efecto liberador (en algunos casos) en la persona que la lleva que le permite realizar, bajo el anonimato que provee la máscara, roles que no se permitiría en lo cotidiano2. Por otro lado, la profesora Ma. Teresa Pomar nos advierte que actualmente no debemos dotar a la máscara de un podre sobrenatural, ya que «la máscara es un elemento que complementa la indumentaria de los participantes» en representaciones ceremoniales y que su comportamiento «será, con o sin máscara, la marcada por las pautas tradicionales»3. Me parece este comentario muy acertado y no debemos perder de vista que, desde el punto de vista de nuestras investigaciones, la máscara no es el fin en sí mismo, es parte de las Danzas de Moros y Cristianos.

En este sentido podemos observar otro de los usos de la mascara en las Danzas de Moros y Cristianos, la representación de la lucha entre los bandos a través de sus rasgos estéticos: los Moros, como veremos más adelante, suelen tener representaciones que destacan rasgos negativos, mientras que los Cristianos, los buenos, suelen tener representaciones más agradables4, o incluso reales, ya que en algunas danzas los Cristianos no utilizan máscaras.

A pesar de todo una máscara es un objeto cuasi sagrado, debe ser manipulada con seriedad y respeto, eso incluye no tomarla introduciendo los dedos en las aberturas para los ojos o la boca y en casos más especiales, incluso ser tomada con guantes o paños limpios. En sus comunidades de origen y de la mano de los artesanos que las elaboran y los danzantes que las portan, representan una larga herencia y tradición. Hay máscaras bailadas, es decir, que fueron utilizadas en alguna danza o representación y son las más buscadas por los coleccionistas; es importante reflexionar en cuáles habrán sido las razones que la llevaron hasta el museo, bazar o tienda donde la admiramos. También hay muchas máscaras «falsas»; me permito el uso de las comillas ya que aunque no sean originales, antiguas o bailadas, no dejan de ser máscaras en sentido formal, aunque no contengan en sí toda la carga simbólica que representa una máscara de danza, pero que se han convertido en todo un reto para los investigadores y coleccionistas ya que muchas veces fueron creadas con la idea de surtir un mercado que no siempre tiene objetos disponibles; este tema es ampliamente comentado por la profesora Pomar en su texto.

En una visita al Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga, la maestra Marta Turok, curadora y coordinadora del Centro, nos comentaba que lo primero que debemos preguntarnos al momento de dudar de la autenticidad de una pieza es «¿Alguien puede usar esto?» Es decir, ¿cabe en su cabeza? ¿Podría respirar? ¿Podría moverse? Y a partir de esa pregunta, tratar de obtener mayor información sobre la máscara apoyándonos en los documentos disponibles: los libros, archivos fotográficos y las colecciones que cuenta con una buena documentación de sus piezas.

Finalmente, no debemos pasar por el alto lo que comentamos unos párrafos atrás, la tradición de las máscaras está viva y cambiando constantemente, por lo que las máscaras ya no sólo reflejan las tradiciones de los pueblos originarios, que es lo que muchas veces vamos a encontrar en los textos que se han escrito sobre el tema, sino que también reflejan los cambios y el mestizaje que avanzó en algunas comunidades; es así que tanto las máscaras como las danzas muestran la convivencia entre la tradición y la nueva realidad social de las comunidades.

No es la intención de este espacio abarcar todo lo relativo a las máscaras, existen muy buenos libros que se especializan en ello, pero queremos que sea una breve introducción antes de comenzar a presentar algunas obras sobre este tema en los siguientes #LunesDeLibro y de algunos objetos e imágenes que forman parte del acervo del Centro de Documentación de Danzas de Moros y Cristianos en nuestra #FotoDeLaSemana, de modo que en conjunto nos permitan observar de forma más específica las diversas máscaras que se utilizan en las Danzas de Moros y Cristianos y que, hasta ahora, no han sido estudiadas por separado.

Referencias:

  1. LECHUGA, Ruth, Máscaras tradicionales de México. Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, México, 1991, p. 144.
  2. Íbidem, pp. 143-144.
  3. POMAR, Ma. Teresa, Danza-máscara y rito-ceremonia, FONART-FONAPAS, México, 1982, p. 14.
  4. LECHUGA, op cit, p. 148.

2 respuestas a “Las Máscaras en las Danzas de Moros y Cristianos.

  1. Que buena pagina!! acabo de encontrarla y sus artículos son bastante interesantes, yo soy de Ecatepec Edomex, acá prácticamente no existen esas danzas pero soy amante del arte popular mexicano y especialmente de las máscaras y por tanto de las danzas, tengo una pequeña colección que llevo juntando desde hace casi 20 años, me parece muy interesante que clasifiquen a los moros y cristianos como una categoría dentro de las máscaras mexicanas ya que yo también lo había pensado hace un tiempo, justamente esas son mis preferidas tanto por el contexto como por su factura, en fin los felicito por tan excelente e informativa página, saludos!!

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