Máscaras tradicionales de México.

En este #LunesDeLibro vamos a revisar un texto muy importante para el estudio de las máscaras en nuestro país y, a partir del mismo, conoceremos un poco más de las máscaras que se utilizan en las danzas de Moros y Cristianos, todo ello de la mano de la Dra. Ruth D. Lechuga.

Portada Máscaras Tradicionales de México
Ruth D. Lechuga, San Antonio el Doctor, Querétaro, 1977, No. de inventario ARL_N16589_QRO, Original plata-gelatina, 6 x 6 cm., D.R. ® Acervo Fotográfico Ruth D. Lechuga / Fundación Ajaraca A.C.

No es posible hablar sobre las máscaras mexicanas sin mencionar a la doctora Ruth Deutsch Lechuga, coleccionista y pionera en la investigación del arte popular, así como en la documentación de diferentes aspectos de la vida cotidiana de las comunidades, a través de las imágenes que capturó durante sus viajes por varios rincones de nuestro país. Su vasto acervo fotográfico se encuentra bajo custodia de Fundación Ajaraca (https://www.fundacionajaraca.org/) y es un testimonio de manifestaciones sociales y culturales, algunas ya desaparecidas, el cual nos permite conocer un poco más acerca de los pueblos y de su gente.

Antes de comenzar, hablemos brevemente sobre la fotografía que ilustra esta reseña, cortesía de Fundación Ajaraca. En ella podemos observar a la Dra. Lechuga rodeada de personajes enmascarados en San Antonio El Doctor, en el estado de Querétaro. De acuerdo con la información publicada en una fotografía de la misma serie, disponible en el sitio web de la fundación, estos personajes representan a diablos y acompañan las procesiones de Semana Santa. Puede visitar esta imagen dando clic aquí.*

Máscaras tradicionales de México cuenta con una edición y fue publicado por el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (BANOBRAS) en 1991, con un tiraje de 2000 ejemplares. La presentación de la obra está a cargo del Dr. Enrique Álvarez del Castillo, director de la institución entre 1991 y 1993, donde manifiesta el interés del banco en difundir y rescatar la cultura del país. Este texto se puede consultar con relativa facilidad en bibliotecas, aunque para conseguir un ejemplar es necesario recurrir al mercado secundario. En Internet puede encontrarse con precios entre los 60 USD y 180 USD más envío; también puede buscarse en librerías de ocasión y especializadas con precios similares, alrededor de $1,300 MXN.

Dentro de las diferentes categorías del arte popular, las máscaras ocupan un lugar destacado ya que no se limitan al objeto en sí mismo, sino que trascienden a partir de su uso en danzas, fiestas y carnavales. La importancia de la máscara queda manifiesta desde la introducción, donde la autora nos menciona que «Cuando el individuo deja a un lado sus máscaras personales, para actuar como exponente de las manifestaciones culturales de la sociedad, la máscara se convierte en revelación de la esencia del grupo que representa. En este momento deja de ser expresión facial individual y se recurre a la careta elaborada especialmente para cada ocasión.«1, es decir, las máscaras se vuelven la faceta representativa de las tradiciones.

El libro abarca en cuatro capítulos los aspectos más notables para conocer la relevancia e historia de las máscaras en México. El capítulo 1, Las máscaras desde tiempos prehispánicos, es corto y nos muestra la transición entre el origen y el uso de las máscaras entre las culturas originarias y los primeros años del periodo colonial. Es aquí, en un momento tan temprano del texto donde queda asentada la importante relación entre la máscara y la danza, al señalar que «Durante las ceremonias religiosas y también en algunas ocasiones festivas se ejecutaban numerosas danzas. En todas ellas se hizo amplio uso de máscaras que representaban toda clase de animales, personas de otras tierras, viejos y muchos más«2. A partir de la conquista de Tenochtitlan, el periodo colonial se recorre en unos pocos párrafos, pero nos detenemos en dos puntos clave para nuestro análisis: la mención de la danza de los Moros y Cristianos, como parte de los festejos realizados por los españoles y su rápida difusión y adaptación por parte de los indígenas; y la imagen que representa a un Moro en una parte del «Biombo del palo volador», exhibido en el Museo de América, en Madrid, España.

El capítulo 2 es el más amplio, no es sorprendente ya que en él se habla de La máscara en el México contemporáneo. Aquí se presentan las máscaras utilizadas en las diferentes danzas y representaciones que la autora pudo ver y documentar directamente. Para abordar un panorama tan amplio, el capítulo se presenta a partir de ejes temáticos: danzas de los viejos, de animales, el tigre (la cual recibe un apartado especial), de homenaje y catequizantes, ciclo agrícola, por mencionar algunas, además de las «Danzas de moros y cristianos y sus derivados» siendo el contenido donde pondremos particular atención.

A partir de la descripción de las danzas de este tipo, la autora propone catalogarlas como el ciclo de infieles y cristianos3, debido a la variedad de temas englobadas dentro de los «Moros y Cristianos», donde la categoría de «Moros» queda rebasada al incluir a los enemigos representados por indios, judíos, diablos, etc., siendo la conclusión en todas ellas la misma: la conversión y bautizo de los infieles y el triunfo de los Cristianos.

A continuación la autora hace referencia a distintas danzas y sus principales características, además de señalar que el nombre con el cual se conocen usualmente tiene relación con algún aspecto determinado de cada una de ellas, surgiendo así los Moros Cabezones, los Santiagueros, los Chareos, Pilatos, Archareos, Alchileos, Medias Lunas, Santiagos, además de los Doce Pares de Francia, entre otros. Si bien las danzas de Moros y Cristianos están ampliamente difundidas en todo el territorio nacional, el texto pone especial énfasis en comunidades ubicadas en Chiapas, Guerrero, Puebla, el Estado de México, Oaxaca, Jalisco y un par de menciones puntuales a Colima, la zona del Bajío y Veracruz.

Al avanzar en la lectura, es posible identificar el uso de varias categorías que nos remiten a la clasificación de danzas propuesta por Arturo Warman en su texto La danza de Moros y Cristianos (SepSetentas, 1972)4, aunque no se menciona explícitamente: espectáculos de masas, ciclo de moros y cristianos, ciclo carolingio5, danzas de conquista, tastoanes y danza de concheros.

Nos parece oportuno señalar una situación ya comentada en nuestra introducción al estudio de las máscaras en las danzas de Moros y Cristianos y que la autora señala expresamente: no en todas estas representaciones se utilizan máscaras. En este sentido habla del caso de las Morismas en Zacatecas y algunas danzas donde muchos cristianos no portan máscaras, o utilizan yelmos, o Santiago suele representarse con el rostro descubierto. Sin lugar a dudas, es necesario mencionarlas aunque no abunda en ellas, toda vez que el tema del libro son las máscaras.

El capítulo 3, trata de los personajes fundamentales para las máscaras, sus creadores. El mascarero y su trabajo nos presenta nombres y testimonios de varios artesanos con los que la Dra. Lechuga tuvo contacto , además de las diversas técnicas y materiales: madera de copal, copalillo y clavelino, entre otras; cuero, cera, papel, cartón y hasta metal son los materiales transformados en las hábiles manos de los mascareros. Su importante labor contrasta con las necesidades cotidianas, donde muchos de ellos deben alternar esta actividad con las labores del campo o sus empleos en las ciudades aunque, poco a poco, la mayor demanda de máscaras por parte de coleccionistas y otros mercados ha permitido que algunos artesanos se dediquen de tiempo completo a su elaboración aunque ello implique la creación de piezas meramente decorativas sin descuidar la producción de máscaras tradicionales para cubrir la demanda local.

De este capítulo llama nuestra atención la mención del rostro pesado que se utiliza en la danza de los Alchareos, en San Martín de las Pirámides, Estado de México. Este objeto se elabora con aluminio y fierro, con un peso cercano a los 5 Kg. En contraste, se tiene el rostro liviano, elaborado en fibra de vidrio y con un peso mucho menor, que se utiliza cuando la danza tendrá una duración larga6. Este cambio en los materiales, de usar fibra de vidrio en lugar de madera, es una muestra de la convivencia entre la tradición y la modernidad.

El rostro de la máscara es el último capítulo del libro, donde se habla de las características y las funciones de la máscara. En este sentido, la autora retoma una de las ideas iniciales del texto «La máscara, como objeto separado de su función, puede ser una obra de arte, una escultura de gran mérito estético. Sin embargo, se trataría de un arte estático, desconectado de su propósito real. Por otro lado, como parte de la indumentaria y en el contexto de la danza, la máscara, aun sin movilidad facial propia, adquiere expresiones diferentes, de acuerdo con los movimientos de su portador «7. Y a partir de esta idea nos expone diferentes tipos: con detalles, sencillas, muy elaboradas, totales, parciales, más grandes que el mismo rostro del portador o incluso, más pequeñas. El cierre del libro es la parte más profunda de todo el texto porque nos adentra en las funciones que las máscaras pueden tener y que pueden abordarse desde diferentes disciplinas y a partir de la experiencia de los danzantes, compartidas en este apartado, por lo que el texto refleja la conexión que tuvo la Dra. Lechuga con las personas que conoció.

Un ejemplo sobre las diferentes funciones de las máscaras, más allá de su uso en las danzas, lo encontramos en el caballito utilizado en la danza de los Santiagueros de Cuetzalan, Puebla. Según Donald Cordry, es un objeto con un matiz sagrado al que se le debe proporcionar agua y maíz mientras se encuentra en custodia del danzante que interpreta a Santiago a fin de evitar su escape del pueblo8.

Si bien el texto se encuentra repleto de narraciones y anécdotas contadas a la autora o vistas por ella misma, es en este capítulo donde se hace un análisis formal y se retoman varios elementos comentados en las páginas anteriores, permitiendo que el viaje hecho desde los antecedentes y uso de las máscaras en el mundo prehispánico hasta la década de 1980, tenga una conclusión y nos permita visualizar nuestras máscaras y danzas con otros ojos. A pesar de la distancia temporal entre la publicación del libro y nuestros días, el texto continúa vigente y es una referencia importante para un estudio sobre este tema, porque como la autora dice al finalizar, estamos hablando de una cultura viva, no se detiene y cambia conforme las necesidades, las creencias y los medios disponibles lo permiten.

El libro está profusamente ilustrado, con 123 imágenes a color y en blanco y negro, abarcando la amplia variedad de temas que hemos revisado. Entre estas fotografías se incluyen: 1 es una máscara de Tastoanes, 2 del Carnaval de Huejotzingo y 8 relacionadas directamente con las Danzas de Moros y Cristianos, incluyendo la mostrada en la portada, correspondiente a la danza de Los Doce Pares de Francia de Mexicaltzingo, Estado de México9.

Al hablar de las fotografías, es necesario dedicar un espacio a una persona importante en la concepción de este material, el Sr. Enrique Franco Torrijos, fotógrafo y amigo de la Dra. Lechuga, de quien se incluyen 39 fotografías en el libro, en su mayoría de piezas de colección o de objetos fijos. Además de su aportación gráfica, redactó la semblanza de la autora, misma que aparece en la solapa. Como nota personal, tuvimos ocasión de compartir una visita con el Sr. Franco y las historias y anécdotas que compartió nos permiten entender mejor su colaboración en este texto.

A partir de la revisión del libro, encontramos un par de detalles que nos parece oportuno mencionar. Las referencias de las imágenes 46 y 47 se encuentran invertidas. La imagen 46 se encuentra en la página 59 y corresponde a la danza de los Moros de Texistepec, Veracruz. La imagen 47 se encuentra en la página 60 y corresponde a la danza de los Archareos. Así mismo, el nombre de la comunidad donde se practica esta danza aparece como «San Francisco Mazapan, estado de México», siendo el correcto «San Francisco Mazapa, Estado de México». Por otro lado, la referencia de la imagen 2, Pintura rupestre, indica que se encuentra localizada en las Grutas de Juxtlahuaca, Oaxaca. Estas grutas se localizan en la comunidad de Juxtlahuaca, en el estado de Guerrero10.

Tal como se comentó al inicio, este libro es una referencia importante y necesaria para adentrarnos no solo al mundo de las máscaras, sino también al de las danzas. Sin volverse un catálogo o un diario pormenorizado de una u otra, nos da elementos suficientes para entender mejor las manifestaciones culturales de los diferentes pueblos y grupos de nuestro país. La obra está respaldada por una extensa bibliografía, por pláticas y entrevistas con varios personajes sin mencionar que es producto de los viajes, las investigaciones y la invaluable experiencia de la Dra. Ruth D. Lechuga.

NOTAS

  1. Pág. 9.
  2. Pág. 15
  3. Pág. 54.
  4. Puede consultar nuestra reseña de esta obra dando clic aquí.
  5. Para Warman, los Moros y Cristianos propiamente dichos, incluyen al ciclo histórico, al carolingio y al de Santiago.
  6. Pág. 122 y 127.
  7. Pág. 131.
  8. Pág. 146. Si bien este cuidado del caballito, no es exclusivo de Cuetzalan.
  9. Además de aparecer nuevamente en el interior. P. 139.
  10. CABRERA GUERRERO, Martha. Las grutas de Juxtlahuaca. Santuario al dios olmeca del maíz, Gobierno del estado de Guerrero, México, 2017, p. 26. Consultado en línea <Recuperado de https://issuu.com/muva/docs/libro_grutas_final.final&gt;

*Enlace actualizado.

Sobre los autores

Ruth Deutsch Reiss, nació en Austria en 1920. En 1939 su familia llega a México buscando refugio ante la persecución que sufrieron en Europa en los albores de la 2da Guerra Mundial. Estudió Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México y se naturalizó como mexicana en 1954. En 1949 comenzó a acompañar a su padre en sus viajes por el país, recorriendo comunidades apartadas y conociendo su cultura y artesanías, de ahí nace su pasión por el arte popular. Contrajo matrimonio con el Dr. Carlos Lechuga Vergara, con lo que comenzó a ser conocida como Ruth D. Lechuga. Fue directora del Museo de Arte e Industrias Populares, asesora técnica del Fondo Nacional para las Artesanías y secretaria para los países latinoamericanos den el Consejo Mundial de la Artesanía, de la UNESCO. Autora de El traje indígena de México y La indumentaria indígena, entre otros, además de varios artículos. Falleció en su casa de la Ciudad de México el 19 de septiembre de 2004.

Enrique Franco Torrijos, nació en la Ciudad de México en 1930. Fotógrafo. Realizó estudios de Antropología Maya en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ha escrito y participado en numerosos libros, entre ellos El Insólito Paisaje Mexicano, Kohunlich, una ciudad Maya del Clásico Temprano e Islas, silentes centinelas de los mares mexicanos. Actualmente es Socio Director en Franco Torrijos y Asoc. Editores.

Bibliografía

DEUTSCH LECHUGA, Ruth, Máscaras tradicionales de México, Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, México, 1991. pp. 157.

Información de las fotografías

Fotografía de la Dra. Ruth D. Lechuga, cortesía de Fundación Ajaraca A.C. Agradecemos a Fundación Ajaraca y a su Directora Ejecutiva, Brenda Chávez Molotla, su apoyo.

Información de las biografías.

  • Subasta de fotografía, jueves 9 de noviembre del 2017, Catálogo, Morton Subastas, México, 2017, p.22.
  • Perfil de Enrique Franco Torrijos en LinkedIn. https://www.linkedin.com/in/enrique-franco-torrijos-b529a070/
  • FRANCO TORRIJOS, Enrique, Semblanza de la Dra. Ruth D. Lechuga, en DEUTSCH LECHUGA, Ruth, Máscaras tradicionales de México, Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, México, 1991.

Agradecimientos especiales

  • María del Rosario Trejo Quintero
  • Karen Elizabeth Casasola Gómez
  • María Raquel Gómez Tello

Las Máscaras en las Danzas de Moros y Cristianos.

Hablar de máscaras es introducirnos en un tema sumamente complejo e interesante. Desde la psicología, pasando por el arte y el arte popular (¿podemos separarlos?) hasta la antropología y el coleccionismo, es un tema que ha atrapado a especialistas y principiantes que se sienten atraídos por el encanto y misticismo de esos rostros, los otros rostros que permiten al portador convertirse en un ser diferente a sí mismo.

Nuestro país tiene una muy rica y diversa tradición mascarera. Desde el Suchiate hasta el Bravo encontramos ejemplos representativos de prácticamente cada zona y región, de ahí que sea un tema que da para muchos estudios e intervenciones académicas, sin dejar de lado a la gran variedad de artesanos, danzantes y portadores que les dan vida y las mantienen como un elemento vivo.

Sobre las máscaras se han escrito numerosos libros y artículos, se han presentado diversas exposiciones y hay colecciones muy importantes y conocidas, entre ellas la del Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga, la del Museo Rafael Coronel y la Colección Muyaes-Ogazón; podemos mencionar también la del Museo de Arte Popular y la del Museo Nacional de Antropología, que acaba de ser sometida a un proceso de conservación. Si bien no son las únicas, las primeras que mencionamos son las que han gozado de mayor difusión y se caracterizan por lo amplio de sus acervos y la documentación que las acompaña. Es justamente la adecuada documentación lo que permite que una colección sea valiosa más allá de los valores estéticos que le son inherentes a cada pieza; permite que se contextualice, se tengan datos fiables de lugares y épocas precisas que permitan comparar y ampliar la información.

Para el estudio del tema que nos ocupa en este espacio, las Danzas de Moros y Cristianos, se presentan tres problemas importantes al momento de introducirnos al tema de las máscaras: 1) Por un lado, la mayoría de las ocasiones lo general consume a lo particular. Es decir, los libros hablan de las máscaras de México, en decir, de todas. Es en este sentido que la información que requerimos para Moros y Cristianos, ocupa sólo una parte del contenido total del libro. Dependiendo del enfoque de la obra, la información que necesitamos es mayor o menor. Afortunadamente los ejemplos que se suelen incluir suelen ser muy representativos y en ocasiones, espectaculares. 2) La cultura de las máscaras está viva y cambia constantemente. Una máscara que se usa en una danza de Moros y Cristianos podría no ser exclusiva de esta danza, podría venir de otro tipo de danza o al contrario, utilizarse en Moros y Cristianos aunque no sea propiamente de ella. La dificultad aquí radica en que todo podría terminar en ser o usarse en Moros y Cristianos; esto no es necesariamente un problema porque, como dijimos, forma parte de una cultura viva. Sin embargo, sí es posible encontrar rasgos comunes e identitarios a las máscaras que se suelen utilizar en Moros y Cristianos y de esa forma, sin ser demasiado rígidos, crear una clasificación de máscaras de Moros y Cristianos. Finalmente, 3) No todas las danzas de Moros y Cristianos utilizan máscaras. De algunas danzas es inseparable, como el caso de los Alchileos de San Martín de las Pirámides, o los Chilolos de Santiago Juxtlahuaca, pero para el caso de los Santiagueros, tenemos Santiagueros con máscaras y Santiagueros sin máscaras. En este caso, es importante señalar esta distinción y ser consciente de ella al momento de clasificar las danzas.

De acuerdo con la dra. Ruth D. Lechuga, «La función primordial de la máscara en México es la de transformar a su portador en un ser completamente diferente, mitológico o histórico, que se encarna en el curso de una actuación» 1. Menciona también la Dra. Lechuga, el importante impacto psicológico que tiene el uso de estos artefactos tanto para los espectadores como para el portador, ya que por un lado sirve como elemento de cohesión social y educativo al ser un objeto representativo y, al mismo tiempo, representante de la tradición viva, además de tener un efecto liberador (en algunos casos) en la persona que la lleva que le permite realizar, bajo el anonimato que provee la máscara, roles que no se permitiría en lo cotidiano2. Por otro lado, la profesora Ma. Teresa Pomar nos advierte que actualmente no debemos dotar a la máscara de un podre sobrenatural, ya que «la máscara es un elemento que complementa la indumentaria de los participantes» en representaciones ceremoniales y que su comportamiento «será, con o sin máscara, la marcada por las pautas tradicionales»3. Me parece este comentario muy acertado y no debemos perder de vista que, desde el punto de vista de nuestras investigaciones, la máscara no es el fin en sí mismo, es parte de las Danzas de Moros y Cristianos.

En este sentido podemos observar otro de los usos de la mascara en las Danzas de Moros y Cristianos, la representación de la lucha entre los bandos a través de sus rasgos estéticos: los Moros, como veremos más adelante, suelen tener representaciones que destacan rasgos negativos, mientras que los Cristianos, los buenos, suelen tener representaciones más agradables4, o incluso reales, ya que en algunas danzas los Cristianos no utilizan máscaras.

A pesar de todo una máscara es un objeto cuasi sagrado, debe ser manipulada con seriedad y respeto, eso incluye no tomarla introduciendo los dedos en las aberturas para los ojos o la boca y en casos más especiales, incluso ser tomada con guantes o paños limpios. En sus comunidades de origen y de la mano de los artesanos que las elaboran y los danzantes que las portan, representan una larga herencia y tradición. Hay máscaras bailadas, es decir, que fueron utilizadas en alguna danza o representación y son las más buscadas por los coleccionistas; es importante reflexionar en cuáles habrán sido las razones que la llevaron hasta el museo, bazar o tienda donde la admiramos. También hay muchas máscaras «falsas»; me permito el uso de las comillas ya que aunque no sean originales, antiguas o bailadas, no dejan de ser máscaras en sentido formal, aunque no contengan en sí toda la carga simbólica que representa una máscara de danza, pero que se han convertido en todo un reto para los investigadores y coleccionistas ya que muchas veces fueron creadas con la idea de surtir un mercado que no siempre tiene objetos disponibles; este tema es ampliamente comentado por la profesora Pomar en su texto.

En una visita al Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga, la maestra Marta Turok, curadora y coordinadora del Centro, nos comentaba que lo primero que debemos preguntarnos al momento de dudar de la autenticidad de una pieza es «¿Alguien puede usar esto?» Es decir, ¿cabe en su cabeza? ¿Podría respirar? ¿Podría moverse? Y a partir de esa pregunta, tratar de obtener mayor información sobre la máscara apoyándonos en los documentos disponibles: los libros, archivos fotográficos y las colecciones que cuenta con una buena documentación de sus piezas.

Finalmente, no debemos pasar por el alto lo que comentamos unos párrafos atrás, la tradición de las máscaras está viva y cambiando constantemente, por lo que las máscaras ya no sólo reflejan las tradiciones de los pueblos originarios, que es lo que muchas veces vamos a encontrar en los textos que se han escrito sobre el tema, sino que también reflejan los cambios y el mestizaje que avanzó en algunas comunidades; es así que tanto las máscaras como las danzas muestran la convivencia entre la tradición y la nueva realidad social de las comunidades.

No es la intención de este espacio abarcar todo lo relativo a las máscaras, existen muy buenos libros que se especializan en ello, pero queremos que sea una breve introducción antes de comenzar a presentar algunas obras sobre este tema en los siguientes #LunesDeLibro y de algunos objetos e imágenes que forman parte del acervo del Centro de Documentación de Danzas de Moros y Cristianos en nuestra #FotoDeLaSemana, de modo que en conjunto nos permitan observar de forma más específica las diversas máscaras que se utilizan en las Danzas de Moros y Cristianos y que, hasta ahora, no han sido estudiadas por separado.

Referencias:

  1. LECHUGA, Ruth, Máscaras tradicionales de México. Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, México, 1991, p. 144.
  2. Íbidem, pp. 143-144.
  3. POMAR, Ma. Teresa, Danza-máscara y rito-ceremonia, FONART-FONAPAS, México, 1982, p. 14.
  4. LECHUGA, op cit, p. 148.

Arte Mexicano. Danzas y bailes populares.

En esta entrega de nuestros #LunesDeLibro, vamos a presentar una obra general en la que se incluye una muy amplia e interesante revisión de las Danzas de Moros y Cristianos y otras relacionadas.

Este libro es el tomo VI de una colección titulada Historia general del arte mexicano, publicada por la editorial Hermes en 1976. La primera edición fue impresa en España y constó de seis tomos: 1. Arte prehispánico, 2. Arte colonial, 3. Arte moderno y contemporáneo, 4. Etno-artesanías y arte popular, 5. Indumentaria tradicional indígena y 6. Danzas y bailes populares. Se publicaron nuevamente en 1981 como parte de la colección Quetzal, en formato pequeño y con pasta blanda, que constó de 12 volúmenes puesto que cada tema se dividió en dos tomos, en este caso se trata de los volúmenes 11 y 12. No se cuenta con información sobre el tiraje, pero debió ser elevado considerando las dos ediciones publicadas y a que este material es relativamente sencillo de localizar; se encuentra disponible en varias plataformas de venta en línea con precios que varían desde $500 MXN en la edición Quetzal y $900 MXN hasta los $366 USD para la primera edición, más envío.

Antes de continuar con el libro, vale la pena poner en contexto la imagen que acompaña a la portada. Este espacio suele estar reservado en nuestra página para la fotografía de las y los autores de los libros que revisamos, aunque en ocasiones resulta muy complicado localizar dicha imagen. En esta ocasión se trata del co-autor, que en su juventud fue nadador de alto nivel participando en diferentes competencias internacionales. En la imagen lo vemos al lado del nadador brasileño Tetsuo Okamoto, durante los Juegos Panamericanos de Buenos Aires, 1951. A pesar del alto perfil del autor, como podrá comprobar al revisar la pequeña biografía al final de este artículo, resulta complicado localizar una fotografía suya.

Este libro es sumamente ilustrativo ya que el texto está acompañado de 253 fotografías en blanco y negro, 31 a todo color, tomadas por el propio Tonatiuh Gutiérrez, además de 20 dibujos a pluma, elaborados por el importante artista Alberto Beltrán.

Como lo mencionamos anteriormente, esta es una obra de carácter general que abarca todo tipo de danzas y bailes, pero cuenta con un muy interesante capítulo dedicado exclusivamente al tema de las Danzas de Moros y Cristianos, así como a aquellas que se consideran derivadas de la misma. El título formal del capítulo es «Danzas relacionadas con el ciclo de Moros y Cristianos», muy al estilo de Arturo Warman; entre éstas encontramos las siguientes:

  • Danzas de Moros y Cristianos
  • Danza de los Jardineros
  • Danza de los Pichilingues y Cristianos
  • Danza de Moros entre los Coras
  • Danza de Santiagos (que incluye varios tipos)

El tema abarca otros tipos de danza, relacionadas principalmente a las Danzas de la Conquista y «Danzas que conservan el simulacro de combate». No las enumeramos aquí puesto que, para nuestros propósitos, se alejan mucho del tema que nos ocupa.

El capítulo inicia con la obligada revisión histórica de estas danzas, citando principalmente a Warman. La influencia de esta obra es muy evidente, podría pensarse incluso que fue la única referencia para esta parte del libro, o al menos la principal. La división de las variantes, los ciclos, e incluso las menciones a las quema de los castillos (que terminaría convirtiéndose en nuestros castillos de fuegos artificiales), son mencionados.

Uno de los puntos más interesantes de este texto es que, para cada uno de los tipos de danza, mencionan al menos un ejemplo de comunidad donde se practica y una descripción breve del vestuario de cada bando, además de describir la danza. Entre estas descripciones, nos llama mucho la atención que es de las pocas obras que hacen mención a la Danza de los Chareos. Esta danza, al parecer exclusiva de la zona de Oaxaca, es descrita en otros libros pero en ocasiones no se le menciona por su nombre original1.

Sin duda alguna este es un muy buen libro para introducirse al tema de las Danzas de Moros y Cristianos, sin mencionar que es muy accesible. A pesar de que cita abundante contenido del libro de Warman, que finalmente es uno de los pilares básicos para los investigadores, termina por ser una muy buena opción ya que el abundante material gráfico lo vuelve muy atractivo. En contraste, el texto de Warman cuenta únicamente con 9 fotografías en blanco y negro, aunque no debemos olvidar que se enfoca únicamente en las Danzas de Moros y Cristianos y que la edición es rústica, a diferencia del libro que hoy reseñamos.

Notas:

  1. En la reseña del libro Danzas de Moros y Cristianos, de J. Jesús Rodríguez Aceves, se menciona esta danza en la comunidad de Santiago Juxtlahuaca, pero no se le llama Chareos. En el caso de este libro, describen la danza que se realiza en Pinotepa de Don Luis.

Sobre los autores

Tonatiuh Gutiérrez Olguín, nació en la Ciudad de México el 20 de noviembre de 1920. Fue hijo de un importante funcionario de gobierno durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Atleta de alto nivel, participó en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y de Helsinki 1952, en la disciplina de natación, así como en otras competencias internacionales como los Juegos Panamericanos (Buenos Aires, 1951) y los Juegos Centroamericanos y del Caribe (México, 1954), además de ser entrenador para los Juegos Olímpicos de Tokio (1964) . Se tituló como Licenciado en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1966, para integrarse como profesor y trabajar en el ámbito de la administración pública como director de exposiciones del Consejo Nacional de Turismo y posteriormente en el Banco de Fomento Cooperativo, desde donde fundó Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (1973), organismo que presidió desde su creación hasta 1976. Publicó numerosos libros, entre los que se incluyen Ensayo sobre los recursos naturales renovables en el desarrollo económico de México. (1962) e Imagen de América (1966). Falleció en la Ciudad de México en marzo del año 2000.

Electra López Mompradé (posteriormente de Gutiérrez), es hija de exiliados de la Guerra Civil Española. Experta en danza y atuendo precolombino y en historia y cultura mexicana. Coautora de numerosos libros sobre arte e historia de México como Visión europea del Templo Mayor de Tenochtitlán : iconografía siglos XVI, XVII, XVIII y XIX (1982) y México mágico (1974). Junto con su esposo se unieron al grupo PopulArt, promotores de la fundación del Museo de Arte Popular. Cuenta con un Texto Fundamental publicado en el sitio de Amigos del Museo de Arte Popular (puedes consultarlo AQUÍ). Tras la muerte de su marido recibió un premio póstumo y posteriormente viajó para residir en España.

Bibliografía

MOMPRADÉ, Electra L., GUTIÉRREZ, Olguín, BELTRAN, Alberto (dibujos). Danzas y bailes populares, Historia general del arte mexicano, Tomo VI, Editorial Hermes S.A. de C.V., Barcelona, 1976, pp. 239.

Información de las biografías

¡Feliz día de Santiago!

¡El Centro está de fiesta!

¡Feliz día de Santiago!

El Centro celebra este día presentando este par de pinturas, que forma parte del acervo del Museo de las Culturas de Oaxaca, ex Convento de Santo Domingo de Guzmán.

Estas pinturas nos muestra la participación de Santiago como caballero, en dos de los procesos más importantes: la Reconquista de España y durante la Conquista y Evangelización de América. Es justamente este detalle lo que llama la atención de las obras, ya que por un lado se encuentra en medio de una batalla contra los musulmanes (de ahí que sea conocido como Santiago Matamoros), mientras que en la imagen de América no se le muestra en combate, sino mostrando un Crucifijo a los habitantes nativos. No podemos dejar de observar que pese a este gesto, el Apóstol aparece ataviado como guerrero, acompañando a los conquistadores, pero ambos bandos se encuentran armados para la lucha, observe el chimalli, los arcos y una especie de maza que destaca sobre los guerreros.

Ambas imágenes aparecen registradas con el nombre «Santiago de Compostela» en la Mediateca Digital del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Pintura al óleo, 120 X 159.7 cm. Derechos reservados, INAH. Fotografías de Karen Casasola, 2019.

Fuentes:

https://mediateca.inah.gob.mx/islandora_74/islandora/object/pintura%3A3336

https://mediateca.inah.gob.mx/islandora_74/islandora/object/pintura%3A3337

Foto de la Semana: Chilolos de Santiago Juxtlahuaca.

Antes de terminar la semana, presentamos la #FotoDeLaSemana, que en esta ocasión nos muestra una de las danzas más interesantes que hemos tenido oportunidad de presenciar.

En la imagen vemos a algunos integrantes de la danza de los Chilolos, que en esta comunidad tiene un tinte particular. Los Chilolos son una danza con una fuerte influencia mixteca; en general, en la danza de los Chilolos participa también un danzante vestido como jaguar (que sí participa durante el carnaval) pero no en esta comunidad, donde los Chilolos son una variante de la danza de Moros y Cristianos.

La cofradía que visitamos es la del Barrio de Santo Domingo, en Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca, México. Ya hemos mencionado la otra danza que se presenta en esta comunidad, los Chareos, con los que tienen cierta interacción durante la procesión. El origen de la danza está perdido en el tiempo, aunque se asume de antiguo y anterior a los Chareos. Al igual que otras danzas de Moros y Cristianos, los Chilolos también realizaban una representación dialogada, pero ya tiene un tiempo que no la presentan ya que los diálogos de la misma están en idioma mixteco y la mayoría de las personas ya no la habla. También se están perdiendo los nombres de los personajes que intervienen, aunque los danzantes más grandes recuerdan aún algunos.

La danza es acompañada por música de flauta, interpretada por el pitero, y por tambor. Está organizada en dos columnas aunque no están separados en Moros y Cristianos aunque hay un personaje Moro en cada columna. El vestuario está compuesto de un  traje gris de manga larga con dos bandas rojas en los puños, un pantaloncillo del mismo color con las mismas bandas a la altura de las rodillas; un saco de tela en color café, con dos bandas de tela de diferente color cruzadas sobre el pecho; mascadas para cubrir los hombros y la cabeza; cintas con cascabeles en las piernas, puestas sobre calzas rojas; sombrero adornado con plumas; espada, con una mascada amarrada,  en la mano derecha; pequeña bandera roja en la mano izquierda; y por supuesto, la máscara en color rojo, que es el particular de esta danza. Hay otro elemento del traje que no se alcanza a observar bien en la foto, pero los Chilolos llevan una coleta de pelo de toro que asoma por detrás del sombrero, esta varía su longitud en función de la edad del danzante. Sobre el traje de los Moros, que alcanzan a observarse en la imagen, hablaremos en otro momento. Además existe el personaje de Santiago, que viste como los Chareos.

Vale la pena detenernos un poco en el sombrero. Ya mencionamos que  van adornados con plumas, en algunos casos se colocan plumeros, pero hay otro detalle importante. Los sombreros son endurecidos, aparentemente con pintura, además de que el ala se recorte con pequeños semicírculos, lo que termina dándole al sombrero, la apariencia de una aureola o resplandor. Además se coloca una estructura de madera para sostener los adornos de plumas.

Chilolos Santiago Juxtlahuaca 2019Chilolos del Barrio de Santo Domingo en Santiago Juxtlahuaca. La imagen es propiedad del Centro de Documentación de Danzas de Moros y Cristianos San Bartolo Cuautlalpan. Todos los Derechos Reservados. La imagen puede utilizarse citando la referencia completa.

Foto de la Semana: Danza de los Chareos.

¡Es día de nuestra #FotoDeLaSemana! En esta ocasión presentamos una fotografía cortesía de la página de Facebook Tradiciones Juxtlahuaca, quienes amablemente nos han dado autorización para compartir esta imagen.

Santiago Juxtlahuaca se encuentra en el municipio del mismo nombre, en la región de la Mixteca del Estado de Oaxaca, en México. El santo patrón de la comunidad es el Apóstol Santiago, que también figura como uno de los personajes de la danza. Hay dos cofradías de danzantes, la del Centro, dedicada a Santiago Apóstol, y la del Barrio de Santo Domingo, por lo que las danzas se presentan durante las fiestas patronales, además de participar también durante la fiesta del barrio de San Pedro, cuando fue tomada esta fotografía.

Algunos de los personajes que participan son, por los Cristianos: Santiago, Vespasiano, Niño, Alféres; mientras que por los Moros están: Pilatos, Sultán, Tibero, Almirante y Alchareo, siendo éste último el que le da nombre a esta variante de la danza.

Una de las características más interesantes de la representación de los Chareos, es que presenta una interacción entre dos danzas, aparentemente desligadas. Durante su presentación en el XIV Foro Internacional de Música Tradicional, realizado en el Museo Nacional de Antropología, Luis Eduardo Bautista, maestro de danza de la Casa de Cultura de Huajuapan de León, también en Oaxaca y muy cercana a la comunidad, nos explicaba que al finalizar la representación, el personaje de Pilatos se negaba a la conversión, momento en que los Diablos, participantes de otra danza que se presenta en la comunidad, irrumpían en el espacio de los Chareos y se llevaban cargando el personaje, simbolizando su viaje al infierno.

Hay elementos muy importante a resaltar en el traje de los Moros, siendo el más llamativo el casco que utilizan, que remite a los utilizados por griegos y romanos por el penacho que llevan en la parte superior, observe con detalle que al frente llevan una pequeña luna metálica, símbolo de los Moros.  Cubren sus rostros con una tela negra que permite ver a través de ella, lo que les confiere un aspecto más imponente. El resto del traje está compuesto por capa, peto y nagüilla, elementos que comparten tanto Moros como Cristianos, quienes complementan su traje con sombrero tejano con ala arriba y adorno de plumas.

Chareos JuxtlhuacaLos Chareos. Imagen propiedad de la página Tradiciones Juxtlahuaca, reproducida con autorización. Todos los derechos reservados.

Te invitamos a visitar la página de Facebook de Tradiciones Juxtlahuaca, donde podrás ver más imágenes y videos para conocer esta importante danza que forma parte del repertorio de Moros y Cristianos en nuestro país.

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