Máscaras tradicionales de México.

En este #LunesDeLibro vamos a revisar un texto muy importante para el estudio de las máscaras en nuestro país y, a partir del mismo, conoceremos un poco más de las máscaras que se utilizan en las danzas de Moros y Cristianos, todo ello de la mano de la Dra. Ruth D. Lechuga.

Portada Máscaras Tradicionales de México
Ruth D. Lechuga, San Antonio el Doctor, Querétaro, 1977, No. de inventario ARL_N16589_QRO, Original plata-gelatina, 6 x 6 cm., D.R. ® Acervo Fotográfico Ruth D. Lechuga / Fundación Ajaraca A.C.

No es posible hablar sobre las máscaras mexicanas sin mencionar a la doctora Ruth Deutsch Lechuga, coleccionista y pionera en la investigación del arte popular, así como en la documentación de diferentes aspectos de la vida cotidiana de las comunidades, a través de las imágenes que capturó durante sus viajes por varios rincones de nuestro país. Su vasto acervo fotográfico se encuentra bajo custodia de Fundación Ajaraca (https://www.fundacionajaraca.org/) y es un testimonio de manifestaciones sociales y culturales, algunas ya desaparecidas, el cual nos permite conocer un poco más acerca de los pueblos y de su gente.

Antes de comenzar, hablemos brevemente sobre la fotografía que ilustra esta reseña, cortesía de Fundación Ajaraca. En ella podemos observar a la Dra. Lechuga rodeada de personajes enmascarados en San Antonio El Doctor, en el estado de Querétaro. De acuerdo con la información publicada en una fotografía de la misma serie, disponible en el sitio web de la fundación, estos personajes representan a diablos y acompañan las procesiones de Semana Santa. Puede visitar esta imagen dando clic aquí.*

Máscaras tradicionales de México cuenta con una edición y fue publicado por el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (BANOBRAS) en 1991, con un tiraje de 2000 ejemplares. La presentación de la obra está a cargo del Dr. Enrique Álvarez del Castillo, director de la institución entre 1991 y 1993, donde manifiesta el interés del banco en difundir y rescatar la cultura del país. Este texto se puede consultar con relativa facilidad en bibliotecas, aunque para conseguir un ejemplar es necesario recurrir al mercado secundario. En Internet puede encontrarse con precios entre los 60 USD y 180 USD más envío; también puede buscarse en librerías de ocasión y especializadas con precios similares, alrededor de $1,300 MXN.

Dentro de las diferentes categorías del arte popular, las máscaras ocupan un lugar destacado ya que no se limitan al objeto en sí mismo, sino que trascienden a partir de su uso en danzas, fiestas y carnavales. La importancia de la máscara queda manifiesta desde la introducción, donde la autora nos menciona que «Cuando el individuo deja a un lado sus máscaras personales, para actuar como exponente de las manifestaciones culturales de la sociedad, la máscara se convierte en revelación de la esencia del grupo que representa. En este momento deja de ser expresión facial individual y se recurre a la careta elaborada especialmente para cada ocasión.«1, es decir, las máscaras se vuelven la faceta representativa de las tradiciones.

El libro abarca en cuatro capítulos los aspectos más notables para conocer la relevancia e historia de las máscaras en México. El capítulo 1, Las máscaras desde tiempos prehispánicos, es corto y nos muestra la transición entre el origen y el uso de las máscaras entre las culturas originarias y los primeros años del periodo colonial. Es aquí, en un momento tan temprano del texto donde queda asentada la importante relación entre la máscara y la danza, al señalar que «Durante las ceremonias religiosas y también en algunas ocasiones festivas se ejecutaban numerosas danzas. En todas ellas se hizo amplio uso de máscaras que representaban toda clase de animales, personas de otras tierras, viejos y muchos más«2. A partir de la conquista de Tenochtitlan, el periodo colonial se recorre en unos pocos párrafos, pero nos detenemos en dos puntos clave para nuestro análisis: la mención de la danza de los Moros y Cristianos, como parte de los festejos realizados por los españoles y su rápida difusión y adaptación por parte de los indígenas; y la imagen que representa a un Moro en una parte del «Biombo del palo volador», exhibido en el Museo de América, en Madrid, España.

El capítulo 2 es el más amplio, no es sorprendente ya que en él se habla de La máscara en el México contemporáneo. Aquí se presentan las máscaras utilizadas en las diferentes danzas y representaciones que la autora pudo ver y documentar directamente. Para abordar un panorama tan amplio, el capítulo se presenta a partir de ejes temáticos: danzas de los viejos, de animales, el tigre (la cual recibe un apartado especial), de homenaje y catequizantes, ciclo agrícola, por mencionar algunas, además de las «Danzas de moros y cristianos y sus derivados» siendo el contenido donde pondremos particular atención.

A partir de la descripción de las danzas de este tipo, la autora propone catalogarlas como el ciclo de infieles y cristianos3, debido a la variedad de temas englobadas dentro de los «Moros y Cristianos», donde la categoría de «Moros» queda rebasada al incluir a los enemigos representados por indios, judíos, diablos, etc., siendo la conclusión en todas ellas la misma: la conversión y bautizo de los infieles y el triunfo de los Cristianos.

A continuación la autora hace referencia a distintas danzas y sus principales características, además de señalar que el nombre con el cual se conocen usualmente tiene relación con algún aspecto determinado de cada una de ellas, surgiendo así los Moros Cabezones, los Santiagueros, los Chareos, Pilatos, Archareos, Alchileos, Medias Lunas, Santiagos, además de los Doce Pares de Francia, entre otros. Si bien las danzas de Moros y Cristianos están ampliamente difundidas en todo el territorio nacional, el texto pone especial énfasis en comunidades ubicadas en Chiapas, Guerrero, Puebla, el Estado de México, Oaxaca, Jalisco y un par de menciones puntuales a Colima, la zona del Bajío y Veracruz.

Al avanzar en la lectura, es posible identificar el uso de varias categorías que nos remiten a la clasificación de danzas propuesta por Arturo Warman en su texto La danza de Moros y Cristianos (SepSetentas, 1972)4, aunque no se menciona explícitamente: espectáculos de masas, ciclo de moros y cristianos, ciclo carolingio5, danzas de conquista, tastoanes y danza de concheros.

Nos parece oportuno señalar una situación ya comentada en nuestra introducción al estudio de las máscaras en las danzas de Moros y Cristianos y que la autora señala expresamente: no en todas estas representaciones se utilizan máscaras. En este sentido habla del caso de las Morismas en Zacatecas y algunas danzas donde muchos cristianos no portan máscaras, o utilizan yelmos, o Santiago suele representarse con el rostro descubierto. Sin lugar a dudas, es necesario mencionarlas aunque no abunda en ellas, toda vez que el tema del libro son las máscaras.

El capítulo 3, trata de los personajes fundamentales para las máscaras, sus creadores. El mascarero y su trabajo nos presenta nombres y testimonios de varios artesanos con los que la Dra. Lechuga tuvo contacto , además de las diversas técnicas y materiales: madera de copal, copalillo y clavelino, entre otras; cuero, cera, papel, cartón y hasta metal son los materiales transformados en las hábiles manos de los mascareros. Su importante labor contrasta con las necesidades cotidianas, donde muchos de ellos deben alternar esta actividad con las labores del campo o sus empleos en las ciudades aunque, poco a poco, la mayor demanda de máscaras por parte de coleccionistas y otros mercados ha permitido que algunos artesanos se dediquen de tiempo completo a su elaboración aunque ello implique la creación de piezas meramente decorativas sin descuidar la producción de máscaras tradicionales para cubrir la demanda local.

De este capítulo llama nuestra atención la mención del rostro pesado que se utiliza en la danza de los Alchareos, en San Martín de las Pirámides, Estado de México. Este objeto se elabora con aluminio y fierro, con un peso cercano a los 5 Kg. En contraste, se tiene el rostro liviano, elaborado en fibra de vidrio y con un peso mucho menor, que se utiliza cuando la danza tendrá una duración larga6. Este cambio en los materiales, de usar fibra de vidrio en lugar de madera, es una muestra de la convivencia entre la tradición y la modernidad.

El rostro de la máscara es el último capítulo del libro, donde se habla de las características y las funciones de la máscara. En este sentido, la autora retoma una de las ideas iniciales del texto «La máscara, como objeto separado de su función, puede ser una obra de arte, una escultura de gran mérito estético. Sin embargo, se trataría de un arte estático, desconectado de su propósito real. Por otro lado, como parte de la indumentaria y en el contexto de la danza, la máscara, aun sin movilidad facial propia, adquiere expresiones diferentes, de acuerdo con los movimientos de su portador «7. Y a partir de esta idea nos expone diferentes tipos: con detalles, sencillas, muy elaboradas, totales, parciales, más grandes que el mismo rostro del portador o incluso, más pequeñas. El cierre del libro es la parte más profunda de todo el texto porque nos adentra en las funciones que las máscaras pueden tener y que pueden abordarse desde diferentes disciplinas y a partir de la experiencia de los danzantes, compartidas en este apartado, por lo que el texto refleja la conexión que tuvo la Dra. Lechuga con las personas que conoció.

Un ejemplo sobre las diferentes funciones de las máscaras, más allá de su uso en las danzas, lo encontramos en el caballito utilizado en la danza de los Santiagueros de Cuetzalan, Puebla. Según Donald Cordry, es un objeto con un matiz sagrado al que se le debe proporcionar agua y maíz mientras se encuentra en custodia del danzante que interpreta a Santiago a fin de evitar su escape del pueblo8.

Si bien el texto se encuentra repleto de narraciones y anécdotas contadas a la autora o vistas por ella misma, es en este capítulo donde se hace un análisis formal y se retoman varios elementos comentados en las páginas anteriores, permitiendo que el viaje hecho desde los antecedentes y uso de las máscaras en el mundo prehispánico hasta la década de 1980, tenga una conclusión y nos permita visualizar nuestras máscaras y danzas con otros ojos. A pesar de la distancia temporal entre la publicación del libro y nuestros días, el texto continúa vigente y es una referencia importante para un estudio sobre este tema, porque como la autora dice al finalizar, estamos hablando de una cultura viva, no se detiene y cambia conforme las necesidades, las creencias y los medios disponibles lo permiten.

El libro está profusamente ilustrado, con 123 imágenes a color y en blanco y negro, abarcando la amplia variedad de temas que hemos revisado. Entre estas fotografías se incluyen: 1 es una máscara de Tastoanes, 2 del Carnaval de Huejotzingo y 8 relacionadas directamente con las Danzas de Moros y Cristianos, incluyendo la mostrada en la portada, correspondiente a la danza de Los Doce Pares de Francia de Mexicaltzingo, Estado de México9.

Al hablar de las fotografías, es necesario dedicar un espacio a una persona importante en la concepción de este material, el Sr. Enrique Franco Torrijos, fotógrafo y amigo de la Dra. Lechuga, de quien se incluyen 39 fotografías en el libro, en su mayoría de piezas de colección o de objetos fijos. Además de su aportación gráfica, redactó la semblanza de la autora, misma que aparece en la solapa. Como nota personal, tuvimos ocasión de compartir una visita con el Sr. Franco y las historias y anécdotas que compartió nos permiten entender mejor su colaboración en este texto.

A partir de la revisión del libro, encontramos un par de detalles que nos parece oportuno mencionar. Las referencias de las imágenes 46 y 47 se encuentran invertidas. La imagen 46 se encuentra en la página 59 y corresponde a la danza de los Moros de Texistepec, Veracruz. La imagen 47 se encuentra en la página 60 y corresponde a la danza de los Archareos. Así mismo, el nombre de la comunidad donde se practica esta danza aparece como «San Francisco Mazapan, estado de México», siendo el correcto «San Francisco Mazapa, Estado de México». Por otro lado, la referencia de la imagen 2, Pintura rupestre, indica que se encuentra localizada en las Grutas de Juxtlahuaca, Oaxaca. Estas grutas se localizan en la comunidad de Juxtlahuaca, en el estado de Guerrero10.

Tal como se comentó al inicio, este libro es una referencia importante y necesaria para adentrarnos no solo al mundo de las máscaras, sino también al de las danzas. Sin volverse un catálogo o un diario pormenorizado de una u otra, nos da elementos suficientes para entender mejor las manifestaciones culturales de los diferentes pueblos y grupos de nuestro país. La obra está respaldada por una extensa bibliografía, por pláticas y entrevistas con varios personajes sin mencionar que es producto de los viajes, las investigaciones y la invaluable experiencia de la Dra. Ruth D. Lechuga.

NOTAS

  1. Pág. 9.
  2. Pág. 15
  3. Pág. 54.
  4. Puede consultar nuestra reseña de esta obra dando clic aquí.
  5. Para Warman, los Moros y Cristianos propiamente dichos, incluyen al ciclo histórico, al carolingio y al de Santiago.
  6. Pág. 122 y 127.
  7. Pág. 131.
  8. Pág. 146. Si bien este cuidado del caballito, no es exclusivo de Cuetzalan.
  9. Además de aparecer nuevamente en el interior. P. 139.
  10. CABRERA GUERRERO, Martha. Las grutas de Juxtlahuaca. Santuario al dios olmeca del maíz, Gobierno del estado de Guerrero, México, 2017, p. 26. Consultado en línea <Recuperado de https://issuu.com/muva/docs/libro_grutas_final.final&gt;

*Enlace actualizado.

Sobre los autores

Ruth Deutsch Reiss, nació en Austria en 1920. En 1939 su familia llega a México buscando refugio ante la persecución que sufrieron en Europa en los albores de la 2da Guerra Mundial. Estudió Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México y se naturalizó como mexicana en 1954. En 1949 comenzó a acompañar a su padre en sus viajes por el país, recorriendo comunidades apartadas y conociendo su cultura y artesanías, de ahí nace su pasión por el arte popular. Contrajo matrimonio con el Dr. Carlos Lechuga Vergara, con lo que comenzó a ser conocida como Ruth D. Lechuga. Fue directora del Museo de Arte e Industrias Populares, asesora técnica del Fondo Nacional para las Artesanías y secretaria para los países latinoamericanos den el Consejo Mundial de la Artesanía, de la UNESCO. Autora de El traje indígena de México y La indumentaria indígena, entre otros, además de varios artículos. Falleció en su casa de la Ciudad de México el 19 de septiembre de 2004.

Enrique Franco Torrijos, nació en la Ciudad de México en 1930. Fotógrafo. Realizó estudios de Antropología Maya en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Ha escrito y participado en numerosos libros, entre ellos El Insólito Paisaje Mexicano, Kohunlich, una ciudad Maya del Clásico Temprano e Islas, silentes centinelas de los mares mexicanos. Actualmente es Socio Director en Franco Torrijos y Asoc. Editores.

Bibliografía

DEUTSCH LECHUGA, Ruth, Máscaras tradicionales de México, Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, México, 1991. pp. 157.

Información de las fotografías

Fotografía de la Dra. Ruth D. Lechuga, cortesía de Fundación Ajaraca A.C. Agradecemos a Fundación Ajaraca y a su Directora Ejecutiva, Brenda Chávez Molotla, su apoyo.

Información de las biografías.

  • Subasta de fotografía, jueves 9 de noviembre del 2017, Catálogo, Morton Subastas, México, 2017, p.22.
  • Perfil de Enrique Franco Torrijos en LinkedIn. https://www.linkedin.com/in/enrique-franco-torrijos-b529a070/
  • FRANCO TORRIJOS, Enrique, Semblanza de la Dra. Ruth D. Lechuga, en DEUTSCH LECHUGA, Ruth, Máscaras tradicionales de México, Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, México, 1991.

Agradecimientos especiales

  • María del Rosario Trejo Quintero
  • Karen Elizabeth Casasola Gómez
  • María Raquel Gómez Tello

Foto de la Semana: Danza de los Santiagos

En esta #FotoDeLaSemana, presentamos una nueva imagen proveniente del Centro de Información y Documentación «Alberto Beltrán», de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas.

La fotografía forma parte del registro de la «Danza de los Santiagos», de Cuetzalan, Puebla. En ella podemos apreciar a un danzante representando a Santiago, los rasgos distintivos son muy claros: la máscara de cintura con forma de caballo, que por sí mismo bastaría para identificarlo, pero también está el sombrero y su decorado en forma de resplandor que, para algunos investigadores, representaría al sol. Tampoco debemos dejar de mencionar que el danzante en cuestión no utiliza máscara, que también es una de las características de Santiago(ACTUALIZACIÓN: El personaje de Santiago en esta danza no utiliza máscara.). Finalmente, el color rojo del traje y las cintas de colores a la altura de la rodilla termina por señalarnos que la danza proviene de la zona de la Sierra de Puebla. En la mano izquierda sostiene una espada, con un pañuelo enredado entre la mano y la empuñadura, mientras con la mano derecha sostiene las riendas de su caballo; en algunas comunidades, con esa mano sostiene también una pequeña cruz. Respecto a las manos, vale la pena señalar algo importante: la imagen proviene de una diapositiva, por lo que no podemos descartar que la estemos viendo «en espejo», ya que en la mayoría de las imágenes que hemos consultado, la mano derecha es la que blande la espada; otra explicación probable sería que el danzante fuera zurdo y se haya acomodado de esa forma; finalmente, no podemos descartar que el acomodo también forme parte de la tradición.

Detrás de Santiago podemos apreciar a otro personaje. Si se observa con cuidado alcanzamos a identificar un par de elementos: un sombrero de color negro y una máscara que parece ser de color azul1. Sin duda se trata de Pilatos, que en esta danza representan a los Moros. ¿Como podemos saberlo? Principalmente por la máscara. Para la región de la Sierra de Puebla, los Santiagueros (es decir, el bando cristiano) usan una máscara de color rojo con detalles en dorado, mientras que los Pilatos la usan de color claro, con rasgos en color negro, como la barba2. Otro detalle que no debe ser pasado por alto, es que los Santiagueros, además de lo que ya mencionamos, es que llevan en la cintura una cinta con cascabeles, detalle que aquí falta, además de los adornos de fleco y listones a la altura de la rodillas.

Ambos danzantes calzan huaraches. Actualmente se utilizan zapatos o botines, aunque en algunas comunidades se continúan utilizando los huaraches como parte del atuendo de la danza.

Las mascadas que se observan cruzando el pecho en ambos personajes parecen ser un elemento interesante, ya que no se observa en el atuendo de otras danzas de la región. Es probable que se trate de un elemento particular y que a partir de el podamos identificar de qué comunidad proviene la danza, ya que la danza de Cuetzalan del Progreso no las usa actualmente. Siguiendo esta suposición, podría tratarse de una danza de la comunidad de San Andrés Tzicuilan, en el municipio de Cuetzalan. Sin embargo, existe una fotografía de Ruth D. Lechuga, de este municipio, donde el personaje de Santiago no utiliza estas mascadas; también es probable que la danza sí sea de Cuetzalan del Progreso, pero que el atuendo haya cambiado.

La fotografía pertenece al Fondo Nacional para la Danza Popular Mexicana (FONADAN), fue tomada durante la década de 1970, pero no se tiene el año exacto. La imagen pudo ser tomada en los alrededores del Museo de Antropología, donde se llevaban a cabo encuentros de danza auspiciados por el Fondo.

Como siempre, agradecemos el invaluable apoyo de Cristina Alvarado, encargada de la fototeca del Centro de Documentación y de Dulce Olivia Reynoso, Jefa del Centro de Información y Documentación «Alberto Beltrán».

42-15-08. FONDO NACIONAL PARA LA DANZA POPULAR MEXICANA. Santiagos. 197?, Cuetzalan, Puebla. © FONADAN, CID “Alberto Beltrán”, 2019. Todos los derechos reservados. Utilizada con autorización. Prohibida su reproducción.

Notas:

  1. El catálogo de la exposición Máscaras mexicanas. Simbolismos velados, aparece una máscara de moro en color azul, donde se señala que a pesar del color, se mantienen los elementos característicos: cabello, barba y bigote, así como la coloración en las mejillas. En la imagen que presentamos, se pueden observar las mejillas. MARTÍNEZ DEL CAMPO, Sofía. Máscaras mexicanas. Simbolismos velados, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 2015, p. 229.
  2. LECHUGA, Ruth D., Máscaras tradicionales de México, Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, México, 1991. p. 58.

Información:

Foto de la Semana:Caballito de Santiago.

La #FotoDeLaSemana de hoy presenta una de las piezas más importantes del acervo del Centro de Documentación, un Caballito de madera para el personaje del apóstol Santiago, elemento que se utiliza en distintas danzas de Moros y Cristianos.

La imagen de Santiago Matamoros es la representación más difundida en nuestro país, sobre todo por el espíritu de reconquista de los españoles que lo tenían por protector y auxilio en la lucha desde que el apóstol, montado en su corcel blanco se apareció por primera vez en la batalla de Clavijo, en el S. IX, cuando auxilió al Rey Ramiro I para vencer a los musulmanes. La primera representación ecuestre de Santiago data del año 1230, aunque es hasta el año 1300 que se le representa como caballero, montado y armado para la batalla; ambas imágenes se encuentran en la Catedral de Santiago de Compostela, en España.

En nuestro país Santiago también ayudó a los españoles en la lucha contra los indígenas, como cuando se apareció en la batalla de Centla, Tabasco, en 1518, cuando «se les apareció en las batallas el bien auenturado señor Sanctiago, patron de los xpianos, sobre un cauallo blanco, con la espada en la mano...». Esta sería la primera de las catorce apariciones registradas en México.

Vemos pues que el caballo es, al menos en México, un atributo muy importante para la figura del apóstol y así se le representó en La Conquista de Jerusalen, obra teatral presentada en Tlaxcala en 1539, para celebrar la paz de 1538 entre Francia y España. Motolonía describe: «entró Santiago en un caballo blanco como la nieve y él mismo como lo suelen pintar…«.

El uso del caballito es amplio, tiene presencia en Puebla y Veracruz principalmente, además de en Guerrero y partes del Estado de México. Hay variantes importantes de usos de caballos rituales en Tabasco y en San Luis Potosí, o en Jalisco, donde se usa un caballo real. Tienen gran variedad de formas: pueden estar en dos piezas, o ser parte de un aro que se ajusta en la cintura; tener cuerpo rechoncho y el danzante se coloca dentro; puede ser solamente la cabeza y patas delanteras, a escala pequeña, que se coloca al frente; o bien un marco cuadrado de madera al que se le agrega la cabeza y patas o, por el contrario, ser anatómicamente correctos. La mayoría de las ocasiones se sujetará a los hombros del danzante por medio de listones, correas o lazos. El elemento común a todos ellos: son de color blanco.

Leopoldo Trejo llama a estos caballitos máscaras de cintura con forma de caballo, ya que no son simples objetos o accesorios, son elementos que permiten la transformación ritual en su representación. El danzante no usa el caballito, así como no se usa una máscara; se monta en el caballito, se viste otro cuerpo, se transforma en otro.

Estos caballitos son sagrados, objeto de cuidados y ritos especiales. Se les coloca en un altar dentro de la casa que los recibe y resguarda, se les ofrece agua, alfalfa y cebada todos los días y se les encienden velas y ceras. En algunos casos se les tiene dentro de la iglesia de la comunidad, lo que refuerza su carácter sagrado.

El uso de esta máscara dentro de la danza es exclusivo del personaje de Santiago, en ocasiones llamado el Caballito, por lo que es muy sencillo identificarlo. En algunas representaciones el caballo es robado por los Moros, quienes intentan venderlo y Santiago debe recuperarlo.

Máscara/caballo Santiago Apóstol
Madera, listón, cartón y pelo de caballo
80 cm X 50cm X 20 cm aprox.
Puebla
Finales del S. XX

Caballito marcaMascara/caballo Santiago Apóstol. La imagen es propiedad del Centro de Documentación de Danzas de Moros y Cristianos San Bartolo Cuautlalpan. Todos los derechos reservados. La imagen puede utilizarse citando la referencia completa.

Bibliografía

  • CAMPOS, Araceli; CARDAILLAC, Louis, Indios y Cristianos. Cómo en México el Santiago español se hizo indio, UNAM-El Colegio de Jalisco-Editorial Ítaca, México, 2007.
  • JÁUREGUI, Jesús; BONFIGLIOLO, Carlo, Las danzas de conquista. I. México contemporáneo. Fondo de Cultura Económica-CONACULTA, Tezontle, México, 1996.
  • HELIODORO VALLE, Rafael, Santiago en América, 2da edición (facsimilar), Fideicomiso del Premio «Rafael Heliodoro Valle», México, 1988.
  • STEVENS, Bryan, «The Santiagueros mask», en Mexican Dance Masks, https://mexicandancemasks.com/?p=1673 (recuperado el 30 de abril de 2020).
  • TREJO BARRIENTOS, Leopoldo, «Complicidad corpórea en los rituales totonacos», en Artes de México, No. 128, Máscaras. Rostros de la alteridad. (marzo 2018), pp. 42-49.

Foto de la Semana: Trajes en la exposición La huella hispanomorisca en México.

¡Volvemos con la #FotoDeLaSemana! En esta ocasión traemos una fotografía de la exposición La huella hispanomorisca en México que se presentó entre el 31 de agosto y el 17 de noviembre de 2019 en el Museo de Arte Popular, en la Ciudad de México.

La muestra daba cuenta de la influencia y el impacto de la cultura musulmana en nuestro país, que llegó de la mano de los españoles quienes habían tenido una convivencia de casi 8 siglos con los pueblos musulmanes del norte de África y habían consumado la Reconquista de la Península 10 meses antes del descubrimiento de América. Arquitectura, arte, textiles, lenguaje, etc., no hay un sólo aspecto en el que no tengamos influencia de esta herencia doble que se manifiesta, de forma particularmente evidente, en las danzas de Moros y Cristianos.

En la imagen observamos tres trajes de danza provenientes de diferentes partes del país, que forman parte del acervo de Arte Indígena del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI). De izquierda a derecha: los dos primeros son un «Traje para danza de Moros y Cristianos», ambos procedentes de Acapetahua, Chiapas; el tercero es un «Traje para danza de Santiagos», de Cuetzalan del Progreso, Puebla.

A partir de los elementos que se pueden apreciar en la fotografía, el primer traje a la izquierda correspondería a un personaje Moro. La máscara y el tocado elaborado suele ser un elemento representativo de ese bando, además de la capa larga. El tocado está adornado con papel metálico, escarcha, espejos y guajes de colores con textos escritos. El segundo personaje correspondería a la contraparte, un personaje Cristiano, la capa corta y la sencillez del traje suelen ser los atributos que, en varios casos, representan al bando Cristiano. El sombrero es de paja, forrado de tela, adornado con cuentas, listones dorados y plumas.

El tercer traje, a la extrema derecha, es un personaje Moro. Estas máscaras rojas con detalles en color dorado para la barbilla, bigote, ojos y cejas, son muy representativas de esta región. El complemento de la máscara es una «barba» de olanes y listones con dos colgantes al frente, mientras que en la parte posterior de la cabeza se lleva un tocado en forma de media luna creciente, como un pico, adornado con flores de papel metálico.

Acompañando la exhibición de los trajes había un texto, titulado El recuerdo de batallas lejanas, donde se explicaba de forma breve el origen de estas fiestas y su llegada a México.

Estamos trabajando en un pequeño video para mostrarte la belleza de esta exhibición, mientras tanto esperamos esperando que disfrutes esta imagen.

Trajes La Huella HispanomoriscaTrajes para danzas de Moros y Cristianos. Imagen tomada de la exposición temporal La huella hispanomorisca en México, Museo de Arte Popular. La imagen es propiedad del Centro de Documentación de Danzas de Moros y Cristianos San Bartolo Cuautlalpan. Todos los derechos reservados. La imagen puede utilizarse citando la referencia completa.

Foto de la Semana: Hombres vestidos de moros, retrato de grupo.

¿Por qué no iniciar el fin de semana con nuestra #FotoDeLaSemana? En esta ocasión revisaremos una representación que tiene lugar en Puebla, durante el Carnaval de Huejotzingo.

La imagen se puede consultar en la Mediateca digital del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el original se encuentra resguardado en la Fototeca Nacional y es de alrededor de 1926.

Huejotzingo es una población y cabecera del municipio del mismo nombre, se localiza en el noroeste del estado, muy cerca del límite con Tlaxcala. La comunidad se encuentra bajo el patrocinio de San Miguel Arcángel, por lo que la fiesta patronal tiene lugar el 29 de septiembre, sin embargo la representación que nos ocupa en la imagen tiene lugar durante el Carnaval, que se celebra dos días antes del Miércoles de Ceniza. Esta celebración tiene lugar, aproximadamente, en el año de 1868 y refiere, tanto a la historia del pueblo, como, principalmente, a uno de los hechos históricos más importantes del estado: la batalla de Puebla.

A partir de este acontecimiento es que participan en el Carnaval diferentes batallones que representan tanto a los mexicanos como a los soldados franceses, principalmente a los zuavos y los turcos, siendo estos últimos los de nuestro interés.

Al observar la imagen es posible identificar los rasgos característicos del uniforme de los zuavos, el pantalón bombacho. El traje se complementa con una camisa, capa corta, polainas, mochila y tocado; el arma principal es un rifle que realiza disparos de pólvora. Vale la pena detenernos un poco en las máscaras, que suelen tener bigote o barba, dependiendo el bando. De acuerdo con la información disponible en el blog Carnaval de Huejotzingo, no se sabe bien a bien en qué momento se integra el batallón de los turcos (o moros) al Carnaval, pero se tiene por tradición que participan ya que algunos contingentes de africanos, enviados por el Sultán de Egipto a petición de Napoleón III, participaron en la Batalla de Puebla, de ahí que formen parte de la celebración.

Quizá no tengamos suficientes elementos para identificar si el grupo de la imagen pertenece efectivamente al batallón de los turcos, o si se trata de los zuavos, especialmente cuando hemos visto que la forma de registrar las imágenes muchas veces es vaga y sin referencias muy precisas, pero hay dos elementos que me parece oportuno tener en cuenta: 1) Si se considera a los turcos como parte del ejército francés, es muy probable que se les representara de forma similar, por lo que no habría diferencias sustanciales entre un grupo y otro; 2) De acuerdo con el mismo blog, el batallón de los turcos fue quedándose sin elementos, hasta que finalmente desapareció en 1937, siendo rescatado hacia los años 50. La imagen que presentamos corresponde al momento previo a su desaparición, por lo que no podemos descartar que no sean Moros. En este sentido, todavía queda mucho que discutir, especialmente en las próximas semanas, cuando mostremos imágenes de otro importante fotógrafo, pero en estos momentos estamos esperando respuesta para poder reproducir las imágenes.

En sentido estricto, al menos en la categoría que hacemos en el Centro de Documentación de Moros y Cristianos San Bartolo Cuautlalpan, no estaríamos hablando de una representación de Moros y Cristianos en sentido estricto, en tanto que los bandos que participan no forman parte de una misma compañía, no hay una representación formal de lucha entre Cristianos (no mexicanos) y los Moros (como unidad independiente, no como parte del ejército francés), además de que la lucha no se da por razones religiosas; sin embargo, de acuerdo con Jesús Gerardo Guzmán, en su texto El carnaval de Huejotzingo. Espejo de la historia, vida y alma de un pueblo, la presencia de los Moros tendría como antecedente el proceso de evangelización de los franciscanos, aunque con su participación en el carnaval, los huejotzingas muestran «su molestia por ser conquistados»; no estoy tan seguro que podamos afirmarlo.

En todo caso, la presencia de una representación de Moros en una festividad popular de nuestro país es suficiente para darle un espacio en nuestro sitio.

 

Moros HuejotzingoHombres vestidos de moros, retrato de grupo. Imagen propiedad del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Todos los derechos reservados.

Información obtenida de:

 

La Historia de Fernando y Alamar. Contribución al estudio de las danzas de Moros y Cristianos en Puebla (México).

¡Tenemos #LunesDeLibro! Y en esta edición traemos uno de los más interesantes y completos estudios realizados en nuestro país.

La historia de Fernando y Alamar. Contribución al estudio de las danzas de Moros y Cristianos en Puebla (México), es producto de una investigación conjunta entre México y Alemania a través del Proyecto México de la Fundación Alemana para la Investigación Científica como parte del programa de Investigaciones Regionales Interdisciplinarias Mexicano-Alemanas Realizadas en la Cuenca de Puebla-Tlaxcala. El texto fue publicado por Franz Steiner Verlag Wiesbaden GMBH, una editorial académica alemana, en 1984. Es relativamente sencillo encontrarlo en bibliotecas, pero muy complicado de localizar para compra, en parte debido a la antigüedad del texto y a su calidad.

Es un texto muy amplio que abarca, en sus 348 páginas, una serie muy amplia de temas en sus diez capítulos. Comienza analizando los diversos ciclos de danzas de Moros y Cristianos, es decir, las diferentes temáticas que suelen dar lugar a las representaciones y cuáles son las tramas que se desarrollan. Posteriormente analiza las tradiciones actuales y los antecedentes literarios de las danzas en España y en México para finalmente dedicar una gran parte de la obra para la danza de Atoyatempan, Puebla: resumen del argumento, análisis del texto y la comparación entre esta danza y la que se realiza en San Lucas Atzala. Si bien no es el orden del libro, son los diferentes capítulos que la integran. Complementan el texto íntegro de la danza de Atoyatempan, anotaciones musicales, dibujos e ilustraciones y finaliza con un mapa.

Me parece muy importante destacar que la autora, la hispanista Gisela Beutler, agradece a destacados estudiosos del tema de Moros y Cristianos: al Dr. Arturo Warman, a la Dra. María Soledad Carrasco Urgoiti y al Dr. Robert Ricard, entre otros. Es por demás curioso que la autora menciona en el prefacio que:

«Mi trabajo es incompleto en muchos aspectos. No pretende ser más que un paso para la orientación sobre el vastísimo campo de los Moros y Cristianos en México, y tal vez provocar otros y mejores estudios»,

a pesar de ser uno de los más completos (y extensos) trabajos que integran nuestra biblioteca ya que abarca tanto la danza, como el vestuario, la música, difusión, antecedentes, historia en México y España, otras danzas de México, análisis de bibliografía, etc.

Para cerrar nuestra reseña, reproducimos un fragmento del primer verso de Alamar, rey de los Moros, y quien inicia la representación:

ALAMAR:

¡Alto famoso EScuadrón

Del imperio Mahometano!

Ya se acerca con valor

Todo el ejército romano.

Por nuestro Dios soberano

Y Alcorán y Tabalgante,

Todos con valor constante

Hagan alto a esos mostrencos;

que hoy volará por los vientos

La fama de los romanos.

Sobre la autora

Gisela Beutler nació en Hamburgo, Alemania, el 20 de diciembre de 1919. Hizo estudios de filología románica e inglesa tanto en Alemania y en Inglaterra, obteniendo su doctorado en 1953 con el trabajo Thomas Percy’s spanische Studien. Ein Beitrag zum Bild Spaniens in England in der zweiten Hälfte des 18. Jahrhunderts. Fue consejera académica de la Universidad Libre de Berlín de 1964 a 1971 y profesora de hispanismo de 1971 a 1985. Además de su estancia en México, realizó una investigación en Colombia, donde produjo el texto Estudios sobre el Romancero español en Colombia en su tradición oral y escrita desde la época de la Conquista hasta la actualidad.  Sobre el tema de Moros y Cristianos, además del que nos ocupa, escribió el artículo Algunas observaciones sobre los textos de «Moros y Cristianos» en México y Centro América,  Floripes, la princesa pagana en los bailes de «Moros y Cristianos» de México: Algunas observaciones sobre las fuentes literariasLa conversión de San Pablo: Temas en los bailes de «Moros y Cristianos» en Guatemala, todos de 1983. La Dra. Beutler falleció el 3 de diciembre de 1996.

Bibliografía

  • BEUTLER, Gisela, La historia de Fernando y Alamar. Contribución al estudio de las danzas de Moros y Cristianos en Puebla (México), Franz Steiner Verlag Wiesbaden GMBH, Stuttgart, 1984.

Información para la biografía:

Foto de la Semana: Bailarines danzando en una calle.

¿Por qué presentamos unos bailarines en nuestra #FotoDeLaSemana? ¡Nuestro sitio es sobre danzas de Moros y Cristianos y esta no será la excepción!

Esta imagen fue obtenida de la mediateca digital del INAH donde aparece bajo este nombre: «Bailarines danzando en una calle». El autor es Casasola y fue tomada alrededor de 1940 en una calle de la Ciudad de México, muy probablemente sobre el centro de la ciudad, alrededor de la Plaza de la Constitución, a partir de lo que se observa en la serie fotográfica de donde proviene esta imagen.

¿Qué es lo interesante? Recientemente realicé una búsqueda de materiales en el Centro de Documentación Alberto Beltrán dentro del Museo Nacional de Culturas Populares. Entre las imágenes que pude observar (y que estamos en trámites para poderlas presentar en este espacio), encontré una danza de Moros y Cristianos que se realiza en Puebla, muy probablemente en Cuetzalan y en esta imagen, si se aprecia con cuidado, aparecen los atributos propios de los Moros en esa representación:  máscaras y los elementos que me permitieron identificarlas: un sombrero con plumas largas en forma de penacho (en las imágenes de referencia son plumas de pavo real) y la cinta con cascabeles que portan en el pecho.

Me parece importante que poco a poco estos elementos se vayan identificando para que la descripción que se provee en la base de datos sea más adecuada y que se les pueda identificar como Moros de Puebla, no sólo como «bailarines danzando en una calle» que nos dice, básicamente, nada.

Bailarines danzando en una calleBailarines danzando en una calle. Imagen propiedad del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Todos los derechos reservados.

Links de interés:

 

Foto de la semana: Santiago

En esta #FotoDeLaSemana, presentamos una imagen robada (literal) de una maravillosa e interesante página llamada Mexican Dance Masks, de Bryan Stevens, quien ha dedicado gran parte de su vida a coleccionar y estudiar diferentes tipos de máscaras utilizadas en danzas tanto de México como de Estados Unidos.

En la imagen vemos a un danzante de la comunidad de Cauahtapanaloyan, en el municipio de Cuetzalan del Progreso, en Puebla, México. La fotografía fue tomada por el Sr. Stevens en diciembre del 2008 y publicada en su página en 29 de diciembre de 2014.

No me detendré mucho en el análisis del personaje, prefiero que lo lean directamente en su página web, pero si quiero hacer algunos comentarios adicionales a los que él presenta.

En esta imagen observamos nuevamente el uso del «caballito» para la representación del personaje de Santiago, tal como pudimos ver en la primera foto de la semana, pero a diferencia de aquel, aquí no se utiliza la cruz y en su lugar la mano izquierda sostiene las riendas del «caballito».

El adorno del sombrero es muy llamativo, combina las plumas (que serían adornos tradicionales y muy difundidos en las danzas) con pequeños penachos de colores y flores. La posición de los mismos podrían simular una aureola, lo que refuerza la identificación divina del personaje.

En cuanto al vestuario, se distingue una capa, paliacate al cuello, pantalón con listones y galones y un paño que cubre al frente. Lo que más llama mi atención es la parte baja de la vestimenta: los huaraches. Tal pareciera que el uso de los huaraches no es parte de la vestimenta cotidiana sino que forman parte del atuendo de Santiago, por lo que existiría una identificación entre la comunidad originaria y la presencia del Apóstol. De nueva cuenta, si revisamos la primera foto de la semana, veremos que en aquella también se utiliza el mismo calzado.

Más adelante hablaremos un poco sobre esta identificación y las realidades y representaciones originarias de la divinidad católica, pero por ahora disfruten con esta imponente imagen de un danzante representando con todo el porte a Santiago.

santiago1La imagen es propiedad del Sr. Bryan Stevens, publicada originalmente en su página mexicandancemasks.com, reproducida aquí con fines de difusión solamente.

Para saber más:

Cardaillac, Louis; Campos Moreno, Araceli. Indios y cristianos: cómo en México el Santiago español se hizo indio. México, UNAM, 2007.

Foto de la Semana: Santiaguero

Por medio de Internet es posible tener acceso a una gran cantidad de material gráfico que nos permite dar cuenta de la gran riqueza y variedad de danzas de Moros y Cristianos que hay, no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo.

Nuestra primera #FotoDeLaSemana, es un Santiaguero de Puebla, fechado en 1929.

Esta imagen forma parte de la exposición virtual Originarios. Fotografía indigenista mexicana según la lente de Luis Márquez, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

A partir de los objetos que porta el danzante, podemos suponer que representa a Santiago ya que lleva una cruz en la mano izquierda y usa el caballito ceñido a la cintura. Si bien la cruz no es un atributo exclusivo de la imagen de Santiago, sí lo es el caballito, que suele reservarse para este personaje.

Visita la exposición dando clic AQUÍ.

Santiaguero Puebla 1929
Los derechos de la imagen y de la exposición virtual son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México. La fotografía se reproduce en este espacio con fines de ilustración y difusión del patrimonio.
Links de interés:
http://www.esteticas.unam.mx
https://www.unam.mx/